domingo, 16 de noviembre de 2014
martes, 5 de agosto de 2014
lunes, 28 de julio de 2014
Soy Loser (versión digital)
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Soy Loser 1 (pincha aquí para descargar)
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viernes, 14 de febrero de 2014
¿Día de los enamorados? (una reflexión hecha hace un año atrás)
He llegado a marzo, he sobrevivido a las vacaciones con sus
estúpidos hits del verano (espero que el próximo meteorito caiga sobre la
cabeza de Psy y su Gangnam Style), los que van un fin de semana a Las Albahacas
o Alpa Corral y dicen que se fueron de vacaciones como si se hubieran instalado
los dos meses. Sobreviví a la Navidad y el Año Nuevo, con su clásica “Maratón
de Los Dos Años” que siempre gana un keniano o alguien de algún país
desconocido. Sobreviví a la vuelta de mi viaje vacacional que vino acompañado
de vómitos y diarrea durante todo el regreso. Pero hay una cosa a la que no
pude sobrevivir en este verano: al 14 de febrero.
Si hay algo que caracteriza mi vida es la ironía, y no hay cosa
más irónica que te corten un 14 de febrero. Leíste bien, querido lector, mi ex
novia me dejó en el Día de los Enamorados. Porque lo más trágico y terrible del
verano son sus amores de verano, con toda esa cursilería y música de Arjona (que
revuelve cualquier estómago con capacidad de leer una oración sin trabarse).
Así que lo que gasté en estas vacaciones en entregar el último
respiro a mi amada, fue desechado con un “Perdoname, estoy confundida, no sé lo
que quiero”. El chamuyo más viejo de la historia. En las cuestiones del amor
uno no está confundido, estás confundido cuando te preguntan si la sede del FMI
esta en Washington o en New York, o si querés uno chiquito o en jarrito. ¿Cómo
hacés para estar confundido? La querés o no la querés. Punto. Pero esa es la
mejor frase para comenzar el abandono total de la otra persona. Siempre que se
rompe una relación empieza con esa diabólica frase del “No sé qué quiero”. Así
empiezan el 90 por ciento de las rupturas.
Y no sólo pasa en los niveles del amor. Así le dijo John a Paul, y
no le importó dejar a George y Ringo huérfanos. Así le dijo Charly a Nito. Así
le dijo Benedicto a sus cardenales. Bueno, creo que estoy exagerando, no creo
que Charly se lo haya dicho así a Nito.
Fue entonces que en ese 14
de febrero me encerré en mi habitación y después de ponerme en posición fetal
en un rincón, comencé a reflexionar sobre el día de San Valentín lo cual hizo
que viniera a mi mente una lista de cosas:
1-
En el Día de los Enamorados
aparecen los clásicos resentidos escribiendo por Facebook que quieren celebrar
el Día del Soltero. Y que esas fechas son una mierda (apoyo a todos esos
resentidos con mi corazón, nunca me sentí tan identificado).
2-
Es el día en el que no podés
visitar a todos tus amigos con novia, sino ellos no podrán recibir el yumi yumi que corresponde por la fecha.
3-
Pobre el loco que justo ese
día tiene a la novia indispuesta y de muuuy mal humor (no puede hacer acto de
desaparición, ya que significaría las diez plagas de Egipto)
4-
Frases de Arjona por todos
lados (otra ironía que en el día del amor es cuando más odio tengo)
5-
La canción Contigo de Sabina siendo
pasada en todas las radios, incluso en las de Heavy Metal.
6-
Los chistes estúpidos de “Zamba
Lentin”, o en la del hobbit Sam que
va lento (Sam Va lentin… ¿entendieron? Yo no).
7-
Los informes estúpidos de los
noticieros sobre el Día de los Enamorados. Tengo la fuerte teoría de que son secadores
de mentes, son una cortina de humo para tapar alguna conspiración mundial.
¿Sabías que un 14 de febrero de 1967 Argentina firmó junto a otros países la
declaración que prohibía el desarrollo de armas nucleares? Porque no hacen
informes sobre eso. Pero entiendo, es más probable morir de amor que por una
guerra nuclear.
Estaba sumido en la más profunda de las melancolías cuando sonó mi
timbre (cosa rara ya que no tengo timbre). Fui a atender y se presentó a mi
puerta un misterioso hombre de pelo largo y oscuro. Era el gran místico del Alberdi. Último profeta del siglo
XXV (no es un error de tipeo, es del siglo XXV, según él). Le pregunté a qué
había venido y me dijo que yo lo estaba por llamar. Fue raro porque todavía no
se me había ocurrido pero un rato después se me ocurrió llamarlo, pero él ya
estaba acá.
Tenía ganas de hacerle muchas preguntas, por ejemplo, qué es el
amor, para qué vivir en un mundo sin amor, o cuál es la receta de las Toddys.
Pero sólo me limité a observarlo, mientras esperaba alguna revelación última.
Entonces, el misterioso
sabio corrió la mesa con sus sillas y dejó un espacio en medio de la sala donde
dibujó un círculo con tizas. Después de escribir unos extraños jeroglíficos que
parecían de idioma egipcio o la caligrafía de mi médico clínico, se sentó en el
medio y comenzó a meditar. Le pregunté qué estaba haciendo y me dijo que estaba
convocando a los seres del más allá. Ellos serán los dueños de las respuestas
de tu doliente corazón, me dijo con los ojos entrecerrados mientras oraba con
música de los Wachiturros de fondo.
En ese instante tocaron
nuevamente el timbre (¿ya dije que no tengo timbre?). Cuando atendí la puerta
me encontré con un enano con cara de degenerado, semidesnudo, usaba pañales,
llevaba un arco y unas flechas, unas alas rosadas y una sombra de barba de
días. “Me llamo Eros”, me dijo el enano mientras fumaba un habano marca pichicho.
Mis ojos eran el dos de oro. Lo único que pude decir fue: “¿Eros? ¿O sea
cupido? El semidios?”. “No, soy uno de los movileros de Rial”, me dijo
burlonamente. No había duda de que era la personificación del Amor, sólo el
Amor se te burla de esa manera. Aproveché la situación para hacer mis reclamos,
pero él me detuvo diciendo que no me molestara.
El día de los enamorados es un gran pozo burocrático peor que
hacer un reclamo a una compañía de celulares. Eros, cupido, el enano, como se
llame, se sentó arriba de mi televisor y me explicó lo complicado del tema.
-Lo que pasa, pibe, es que en esto del amor hay muchos
involucrados. Primero lo tenés a San Antonio que le anda consiguiendo novios a
las señoritas, después esta San Valentín que ha usurpado el día, y después
estoy yo que cargo con todo el laburo. ¿entendés?
-Sí, todo bien, señor Cupido…
-Eros, prefiero que me llames Eros, Cupido suena estúpido…
-Ok, señor Eros, mi queja es simple: mi novia me dejo justo hoy,
pleno Día de los Enamorados.
-Ya te expliqué, pibe, encima de la parte de reclamos se encarga
Valentín ¿viste los chistes en Facebook sobre zamba lentin y todas esas
pavadas? Bueh, no están tan alejados de la realidad, Valentín es medio lerdo.
-Pero yo quiero una solución ya.
En ese momento interfirió el profeta del Alberdi. “Ya sé cuál es
el problema de esta situación”, dijo con énfasis el gran místico. Eso molestó a
Cupido (perdón, Eros) que sintió que lo habían invocado al verdadero vicio.
Pero el profeta tomó la palabra y proclamó: “El problema es que San Valentín
nunca se casó, ni se le conoce novia. Peor la situación de Eros, el es un dios,
y por lo tanto inmortal. Los inmortales no saben lo que es el amor porque sólo
quien tiene la amenaza de la muerte entiende lo que es el amor. Por lo tanto,
es irónico que él sea un dios del amor”.
Nos quedamos con Cupido mirando al profeta como si me explicaran
la física cuántica. Tomé una botella y le partí la cabeza al profeta. Una vez
desmayado, lo subimos al baúl del auto de Eros y lo empujamos por un
acantilado. Porque a nadie le gusta que le expliquen sobre el amor, ya que una
vez que lo entendés deja de ser amor.
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